jueves, 18 de diciembre de 2008

Ramsés II.

Nació aproximadamente en el año 1326 a. C. Fueron sus padres, el eficiente faraón Seti I, que extendió las conquistas egipcias, siendo el segundo rey de la guerrera Dinastía XIX, y Tuya, integrante de una familia de tradición militar, que luego de la muerte de su esposo, fue elevada al rango de Gran Esposa Real.

Fue co-regente de su padre a los 14 años, iniciando una brillante carrera militar y política.
Luchó junto a su progenitor para repeler las rebeliones cananeas, contra los hititas en Siria, y contra el reino de Kush, en Nubia, al sur de Egipto. Durante esta última campaña, fue informado de la muerte de Seti, por lo que volvió a Egipto para efectuar las honras funerarias. Tras la muerte de Seti, heredó el reinado, en el año 1301 a. C., y desde el comienzo debió afrontar la proximidad hitita.

Realizó expediciones militares para apoderarse de la zona de los valles mesopotámicos asiáticos, y luego se dirigió hacia Palestina, para poder desde allí, tomar Siria

Aproximadamente en el año 1295 a. C tuvo lugar la batalla de Qadesh, en la zona del norte de Siria. El ejército egipcio estaba repartido en cuatro divisiones. A la vanguardia iba la denominada “Amón” cuyo jefe era el propio Ramsés II. Las restantes eran, la “Ra”, la “Ptah” y la “Sutek”.

Cuando parecía que los hititas habían vencido y se arrojaron sobre el botín, Ramsés en una demostración de valor y arrojo, se lanzó contra ellos, mientras la división Ra, que se había desbandado, retornó, reorganizada, en su auxilio. Si bien se la considera una derrota para los hititas, los egipcios sufrieron pérdidas considerables, culminando con el primer tratado de paz que se registra en la historia. A esta batalla se le dedicó el “poema de Qadesh”.

Sin embargo, las luchas contra los hititas no se detuvieron, incluso Babilonia se había aliado con ellos, en contra de Egipto. Fue en el año 1280 a. C, cuando Ramsés II pudo firmar la paz definitiva con Hattusil III, que incluía ayuda militar, estableciéndose el límite entre ambos estados, en el río Orontes. Egipto conservaba su poder sobre los puertos fenicios. Ramsés, una década más tarde contraería matrimonio, en forma sucesiva, con dos hijas del rey Hattusil III.

Al frente del ejército ubicó a sus propios hijos, desplazando a los soldados extranjeros, de los mandos superiores.

Realizó entre Racotis, situada en el delta del Nilo, y el El Alamein, al norte del territorio egipcio, sobre la costa mediterránea, una columna de defensa para defender sus conquistas en Libia.

Era autoritario, alejado de los problemas de su pueblo y cruel con sus enemigos. Tuvo muchas mujeres y más de un centenar de hijos, pero entre todas sus esposas se destacó la influencia sobre el faraón de Nefertari, su Primera Gran Esposa Real, que falleció muy joven.

Fue una época de brillo para Egipto, con el florecimiento científico y literario, destacándose las monumentales construcciones, como la reforma Del Osireion en Abidos, mandado a construir por su padre, o las que realizó en el templo de Amón (Tebas) decorando su entrada y añadiéndole un patio.

Finalizó en el Templo de Amón (Karnak) la sala hipóstila y mandó a construir su propia tumba, en Valle de los Reyes, llamada el Ramesseum, denominación dada por Jean-François Champollion en el siglo XIX. Realizó modificaciones en el templo dedicado a Amenofis III, ordenó erigir los Templos de Nubia, entre los que cabe citar los de Abu Simbel, en ofrenda a los dioses Ra, Amón, Ptah y Hator. Él mismo fue adorado como una divinidad, y se auto-dedicó estatuas y templos.

La Antigua República Romana y sus Magistraturas.

Tras la caída de la Monarquía, por una revolución, asumen el poder, Bruto y Tarquino Colatino, dando origen al Consulado. El poder político quedó en manos de los patricios, que organizaron un gobierno que trató de evitar la concentración de los poderes del estado, dividiéndolo en magistraturas. Estas eran electivas (el magistrado nombra al magistrado), anuales (a diferencia de las monarquías que eran vitalicias), y colegiadas, pues las desempeñaban dos o más titulares. Eran gratuitas, o sea, que para ocupar algún cargo debía tratarse de una persona adinerada.

Los principales magistrados eran los Cónsules, en número de dos, que gobernaban alternativamente, pero mientras uno ejercía el poder el otro también opinaba. En caso de desacuerdo, predominaba la idea del opositor, quien ejercía la intercessio, o sea, el derecho a veto. Los Cónsules dirigían el Estado y en tiempos de guerra, eran jefes del ejército.

El resto de los cargos era desempeñado por los siguientes magistrados, al principio todos patricios:

La Pretura: La integraban dos Pretores, que tenían por función, principalmente, la de administrar justicia, ordenando y dirigiendo el proceso, pero no dictaban sentencia, ya que esto último era atributo del Juez.

La Cuestura: Integrada por diez miembros, que administraban el tesoro público y sustanciaban los procesos capitales, como los que derivaban del parricidio, o de cualquier otro, que tuviera como sanción la pena de muerte.

La Edilidad Curul, formada por diez integrantes, tenían funciones de inspección y policía.

La Censura, se componía de cuatro censores, que duraban dieciocho meses en sus funciones. Eran elegidos por los Comicios Centuriados, a propuesta de los Cónsules, cada cinco años, para hacer el censo de los ciudadanos de acuerdo con su fortuna.

Nombraban a los Senadores y podían removerlos en caso de mala conducta.

Existía también una magistratura extraordinaria: la Dictadura, designada en caso de peligro exterior o de grave conmoción interna, para lo cual el Senado dictaba un senadoconsulto, autorizando a los Cónsules a nombrar un Dictador, que nunca debía ocupar el cargo por más de seis meses. El nombramiento de un Dictador, significaba la suspensión de las demás magistraturas ordinarias.

Existía una carrera de los honores. Se iniciaba, para los ciudadanos, sirviendo en el ejército, como Tribunum Militum, o sea, como Comandante o Jefe de legión. A los 27 años, se podía aspirar a la Cuestura; a los 40, a la Pretura y a los 43, al Consulado. La
Edilidad Curul, generalmente se ejercía entre la Cuestura y la Pretura.

Además de las magistraturas, seguían existiendo las dos instituciones que habían nacido
con la Monarquía: el Senado y los Comicios.

El Senado adquirió en este período gran poder, por ser sus miembros vitalicios, a diferencia de los magistrados, recayendo por lo tanto, en ellos, la responsabilidad de la continuidad política de Roma. El número de sus miembros fue aumentando, ya que en los comienzos de la República fueron trescientos, en época de Syla, seiscientos, elevándose con Julio César, a novecientos, llegando a ser mil, en época de Marco Antonio.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Antigua cultura en Grecia

La historia de Grecia y su cultura puede entenderse mediante sus diferentes etapas de evolución: la Civilización Creto-Micénica (3100-1100AC), Época Oscura (1100-800 AC), Época Arcaica (800-500AC), Grecia Clásica (siglo V) y Grecia Helénica (323-31 AC).

Los griegos que aparecen en escena alrededor del año 2000 A.C contribuyeron a configurar la civilización creto-micénica que tuvo sus centros principales en el Peloponeso y la parte sur de la Grecia Continental: Micenas, Argos y Pilos.

El Palacio de Cnosos (Κνωσσός), con 17.000 m² construidos y sus más de 1.500 habitaciones, cuya ciudad homónima constituyó el centro político más importante, refleja un tipo de arte similar al egipcio: abundan los frescos en los que aparecen pintados la fauna del lugar, las figuras humanas al estilo egipcio y los diferentes ritos que se llevaban a cabo en la corte.

El sincretismo cultural se explica por la ubicación geográfica de Creta, al borde del Mar Egeo a través del cual los griegos comerciaban con Egipto, Asia Menor, etc. El palacio fue descubierto en el 1900 por Arthur Evans, arqueólogo británico, gracias a quien se denomina este período como “minoico”, en honor al famoso rey Minos, protagonista de la leyenda del Minotauro.

Posteriormente, cuando el dominio de Creta pasó a Micenas, el centro más importante que también muestra la evolución de una etapa a la otra. El famoso palacio de Agamenón encontrado por Heinrich Schliemann en el siglo XIX, quien tras realizar excavaciones en Troya, halló la tumba real de Agamenón, su máscara hecha de oro y ébano (actualmente, en el Museo de Atenas), así como la puertas de los leones en la entrada de la ciudadela a manera de protección. Uno de los hallazgos más importantes fue que, efectivamente, mucho de lo narrado en los poemas homéricos que corresponden a la etapa siguiente, existió.

Hacia el año 1400 la civilización micénica tuvo su final a causa de guerras y por una nueva invasión, la de los “aqueos” (o dorios). Los cuatrocientos años que siguen corresponden a la llamada “Época Oscura” (1110- 800AC). Se la denominó bajo el calificativo de “oscura”, en primer lugar por lo poco que se conoce de esta etapa y en segundo lugar, porque fue entonces cuando desaparecieron los centros políticos, el arte de la escritura y flagelaron guerras. En relación con la civilización micénica anterior, esta época fue muy pobre.

Aun así, posteriormente se supo que no fue una época de decadencia, ya que es en ese momento cuando surge el uso del hierro y la conformación social de la futura Grecia. Los griegos nunca se llamaron a sí mismos, en su propia lengua, “griegos”. Este término fue acuñado por los romanos que los llamaban “graeci”.

En los comienzos se llamaron “aqueos” (uno de los nombres utilizados en La Ilíada) y, posteriormente, este término fue reemplazado por el de “helenos” para nombrar al conjunto de los griegos que pertenecían a la “Hélade” (conjunto de ciudades griegas).

Los Hicsos.

Entre los años (1785 a.C.-1539 a.C.) en el período egipcio conocido como “Segundo Período Intermedio” un pueblo de costumbres sumamente primitivas, los hicsos, cuya etimología significa “reyes pastores” o “monarcas extranjeros”, de origen asiático, probablemente de raza semita, aunque con mezcla aria (algunos egiptólogos los consideran micénicos o proto-griegos) belicosos y expertos combatientes y jinetes, dominaron sin demasiado esfuerzo a los egipcios, tal vez infiltrándose de a poco, en un estado donde el poder había perdido su fortaleza, imponiéndose en esta tierra y en Siria, desde su sede en Avaris, en el Delta Oriental, siendo el primer rey del Alto y Bajo Egipto (salvo Tebas) Salitis, que desplegó un ejército de 240.000 hombres para la defensa del territorio, cobrando tributos a los pobladores.

El historiador y sacerdote egipcio, Manetón, se refierió a la invasion de los hicsos, llamándolos “mal nacidos”, acusándolos de asesinar ancianos, someter a niños y mujeres como esclavos, quemar ciudades y destruir templos. Primero se apoderaron de la zona del Delta, y luego se dirigieron hacia el Sur, llegando al Egipto Medio y a Hermópolis.

Hay autores, como el controvertido escritor, Immanuel Velikovsky, que sostienen que los hicsos ingresaron en el 1441 a.C, cuando se había producido el éxodo de los judíos de Egipto, identificando a los hicsos con los amalecitas. Otros, la mayoría, asegura que los hebreos ingresaron a Egipto durante el dominio de los hicsos, y aún hay quienes sostienen que el éxodo judío sería coincidente con la expulsión de los hicsos del Imperio.

Los invasores tomaron algunas costumbres de los egipcios, como por ejemplo, el idioma, y las manifestaciones artísticas, a las que aportaron el laúd y la lira. Se introdujo durante esta época el trabajo del bronce y el uso del torno en la alfarería. El arte de la guerra se profundizó en calidad, surgiendo una nobleza guerrera, y adoptando el uso de equinos, el carro de combate y el doble arco.

Su religión era pagana. El Dios hicso principal, señor del cielo, de la fecundación y de las tempestades, era Baal, al que identificaron con el dios egipcio Seth (ver imagen de la derecha) representativo de las fuerzas naturales. No aceptaron el culto a Ra ni a Osiris, aunque sus monarcas se consideraban “hijos de Ra”.

La colonización Griega.

Las polis, suscitaron profundas diferencias sociales, y originaron el reclamo de los campesinos, que habitaban en lugares reducidos y con pocos ingresos, en la Grecia continental y en las islas del Egeo. Estas eran tierras pobres, con pocas llanuras, que sólo permitían una agricultura de subsistencia.

Los campesinos que contaron con el apoyo de artesanos y comerciantes se alzaron contra la nobleza, en defensa de sus derechos. De esta manera, entre los años 750 a. C. y 550 a. C. se produjo la colonización del Mediterráneo que tuvo por finalidad brindarles tierras a los campesinos para mejorar su situación.

Al principio fue una empresa privada, que recién contó con el apoyo del estado cuando éste comprendió la importancia económica que significaba, el control de nuevos mercados. De esta manera surgió una clase social, económicamente poderosa, la de los comerciantes, que pronto pudieron comprar armas e integrar el ejército.

Los colonizadores partían en grupos, desde una ciudad, a la que seguían reconociendo como metrópoli, manteniendo el culto de sus dioses, pero siendo totalmente independientes. Los griegos se fusionaron con los pobladores originarios de las colonias, aún contrayendo matrimonio con ellos. Desde una colonia, se mandaban expediciones hacia otras, formando nuevas, dando origen a colonias de colonias.

La colonización se extendió hacia el oeste, desde las costas del Mediterráneo occidental hasta el Estrecho de Gibraltar, incluyéndose Nápoles y Sicilia. Hacia el noreste, desde las costas de Tracia a la zona del Helesponto y en ambas orillas del mar Negro, fundando colonias hasta en el Cáucaso y Crimea.

Las tierras de Sicilia, Egipto y las costas del mar Negro se convirtieron en graneros, productores de riquezas. En Sicilia se elevó un altar en honor al dios Apolo, como agradecimiento por haberlos conducido hasta allí a pesar de los vientos contrarios. La mayoría de las colonias sicilianas, fueron fundadas, por los habitantes de Calcis, ciudad del este de Grecia.

Cada ciudad y colonia empezó a especializarse con los productos que les eran propios. El cáñamo se obtenía de las colonias del sur de Rusia y la lana de las ciudades de Anatolia. Como consecuencia política, las colonias, se organizaron bajo el mando de un consejo de ciudadanos, integrado por los jefes de las expediciones que no obtenían el título de reyes, circunstancia que trascendió los límites coloniales, para estimular el derrocamiento de las monarquías en las metrópolis.

martes, 16 de diciembre de 2008

La antigua Roma en la guerra Púnica (2).

Para hacer frente a sus pérdidas, los cartagineses, intentaron extender sus dominios hacia Hispania, estableciéndose un acuerdo con Roma para realizar sus conquistas al sur del río Ebro. Se sucedieron en el mando de las tropas cartaginesas, Amílcar Barca, Asdrúbal y finalmente

Aníbal, en el año 221 a. C., quien atacó la ciudad de Sagunto, ubicada en la zona acordada, pero aliada de Roma. Tras rechazar a los emisarios romanos, que pedían su rendición, los cartagineses y romanos, se enfrentaron nuevamente.

Aníbal se dirigió hacia Italia, cruzó los Alpes, logrando el apoyo de los galos, que habitaban la llanura del Po, logrando vencer a los romanos en las márgenes de los ríos Ticius y Trebia, y en el año 216 a. C. la batalla de Cannas (Apulia), consagró a los cartagineses como triunfantes de una Roma que perdió aproximadamente 30.000 hombres.

Sin embargo, y a pesar del apoyo que Aníbal recibiera de Filipo V de Macedonia y del rey de Siracusa, el estratega romano, Fabio Máximo, ideó el plan de una guerra de desgaste, evitando las batallas abiertas.
Poco tiempo después los romanos vencieron en Capua y luego en Siracusa y en Hispania, los hermanos Escipiones derrotaron a Asdrúbal, y luego recuperaron Sagunto (214 a. C.), aunque fueron derrotados los Escipiones y muertos en el año 211 a. C. En el año 209, Publio Escisión (h), tomó Cartagena y en el 210 a. C. triunfó en Baecula.

Asdrúbal fue definitivamente derrotado por Claudio Nerón, cuando se dirigía a Umbría para unirse a Aníbal, quien se retiró a África, lugar que abandonó para dirigirse a Cartago, donde el ejército a cargo de Publio Escisión, intentaba imponerse.
La batalla de Zama, en el año 202, a. C. significó la victoria definitiva de Roma, donde Cartago fue condenada económicamente, viéndose privada de su flota y confinada a un área restringida. Este es el fin de la segunda guerra púnica.

La tercera guerra púnica fue realizada por motivos económicos, ya que Cartago, a pesar de su derrota, era una gran competencia en el comercio del Mediterráneo.
Aprovechando que los cartagineses habían respondido ante el asalto de Horóscopo, en su defensa, pero no podían hacerlo, sin el permiso romano, decidieron atacar. Los cartagineses trataron de descomprimir el conflicto condenando a muerte al jefe militar Asdrúbal y sus hombres, y brindando a Roma sus excusas, pero fue inútil, tras lo cual decidieron rendirse.

Cartago recibió la orden de ser destruida, pero los habitantes se reorganizaron a las órdenes de Asdrúbal a quien se le había concedido un armisticio a su condena a muerte, y lograron resistir el sitio romano, hasta que el nieto adoptivo de Escipión el Africano, Publio Cornelio Escipión Emiliano, en el año 147 a. c. logró rodear completamente la ciudad, que comenzó a sufrir el desabastecimiento.

En el año 146 a. C. los romanos lograron entrar a la ciudad, entablándose una lucha encarnizada de seis días, donde vencieron los romanos y la ciudad fue destruida.
Al término de las guerras púnicas llamadas así por ser la denominación que los romanos daban a los cartagineses, pueblo de origen fenicio, las islas de Sicilia, Cerdeña y Córcega, el norte de
África, y el sur y el este de España, se convirtieron en provincias romanas.

La antigua Roma en la guerra Púnica.

Tras la anexión por parte de Roma, de la Magna Grecia, ocurrida a principios del siglo III a. C., surgió la rivalidad entre Roma y Cartago, por el dominio del Mediterráneo occidental.
Los inicios del conflicto se remontan a cuando la ciudad de Mesina, originariamente una ciudad griega, luego tomada por los oscos, llamados mamertinos, fueron atacados por Hierón II de Siracusa.

Los griegos de Sicilia, se resistieron a ayudarlos, y entonces, los oscos, decidieron pedir ayuda a los romanos.
Los cartagineses se unieron a Hierón II, y juntos cercaron la ciudad de Mesina, pero fueron atacados por los romanos. A pesar de que Hierón abandonó la alianza con Cartago y negoció con Roma, la lucha entre Roma y Cartago prosiguió y se recrudeció.
La base cartaginesa de Agrigentum fue tomada por los romanos, en el año 261 a. C. y en el año 260 a. C. los vencieron en Mylae.

Los romanos habían logrado crear una poderosa flota, lo que les confirió un gran predominio naval. Sin embargo no todas fueron victorias para ellos, ya que sufrieron una importante derrota cuando atacaron Cartago en forma directa. Luego de vencer en Palermo (251 a. C.) fueron derrotados en Dreana (249 a. C.).

Los romanos reconstruyeron su flota, víctima de las derrotas y de las tempestades, y en el año 241 a. C. lograron el triunfo definitivo en la costa occidental de Sicilia, en las islas Aegates, tras lo cual se firmó el Tratado de Lutacio, llamado así por ser Lutacio Catulo, quien lo ofreció, por el cual los cartagineses sufrieron duras consecuencias: devolver los prisioneros, evacuar la isla de Sicilia y abonar una cuantiosa indemnización.

Así terminó la primera guerra púnica.
Aprovechando los romanos una revuelta entre los propios cartagineses, en el año 238 a. C., se apoderaron de Cerdeña y luego de Córcega.