
El historiador y sacerdote egipcio, Manetón, se refierió a la invasion de los hicsos, llamándolos “mal nacidos”, acusándolos de asesinar ancianos, someter a niños y mujeres como esclavos, quemar ciudades y destruir templos. Primero se apoderaron de la zona del Delta, y luego se dirigieron hacia el Sur, llegando al Egipto Medio y a Hermópolis.
Hay autores, como el controvertido escritor, Immanuel Velikovsky, que sostienen que los hicsos ingresaron en el 1441 a.C, cuando se había producido el éxodo de los judíos de Egipto, identificando a los hicsos con los amalecitas. Otros, la mayoría, asegura que los hebreos ingresaron a Egipto durante el dominio de los hicsos, y aún hay quienes sostienen que el éxodo judío sería coincidente con la expulsión de los hicsos del Imperio.
Los invasores tomaron algunas costumbres de los egipcios, como por ejemplo, el idioma, y las manifestaciones artísticas, a las que aportaron el laúd y la lira. Se introdujo durante esta época el trabajo del bronce y el uso del torno en la alfarería. El arte de la guerra se profundizó en calidad, surgiendo una nobleza guerrera, y adoptando el uso de equinos, el carro de combate y el doble arco.
Su religión era pagana. El Dios hicso principal, señor del cielo, de la fecundación y de las tempestades, era Baal, al que identificaron con el dios egipcio Seth (ver imagen de la derecha) representativo de las fuerzas naturales. No aceptaron el culto a Ra ni a Osiris, aunque sus monarcas se consideraban “hijos de Ra”.
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