
Fue co-regente de su padre a los 14 años, iniciando una brillante carrera militar y política.
Luchó junto a su progenitor para repeler las rebeliones cananeas, contra los hititas en Siria, y contra el reino de Kush, en Nubia, al sur de Egipto. Durante esta última campaña, fue informado de la muerte de Seti, por lo que volvió a Egipto para efectuar las honras funerarias. Tras la muerte de Seti, heredó el reinado, en el año 1301 a. C., y desde el comienzo debió afrontar la proximidad hitita.
Realizó expediciones militares para apoderarse de la zona de los valles mesopotámicos asiáticos, y luego se dirigió hacia Palestina, para poder desde allí, tomar Siria
Aproximadamente en el año 1295 a. C tuvo lugar la batalla de Qadesh, en la zona del norte de Siria. El ejército egipcio estaba repartido en cuatro divisiones. A la vanguardia iba la denominada “Amón” cuyo jefe era el propio Ramsés II. Las restantes eran, la “Ra”, la “Ptah” y la “Sutek”.
Cuando parecía que los hititas habían vencido y se arrojaron sobre el botín, Ramsés en una demostración de valor y arrojo, se lanzó contra ellos, mientras la división Ra, que se había desbandado, retornó, reorganizada, en su auxilio. Si bien se la considera una derrota para los hititas, los egipcios sufrieron pérdidas considerables, culminando con el primer tratado de paz que se registra en la historia. A esta batalla se le dedicó el “poema de Qadesh”.
Sin embargo, las luchas contra los hititas no se detuvieron, incluso Babilonia se había aliado con ellos, en contra de Egipto. Fue en el año 1280 a. C, cuando Ramsés II pudo firmar la paz definitiva con Hattusil III, que incluía ayuda militar, estableciéndose el límite entre ambos estados, en el río Orontes. Egipto conservaba su poder sobre los puertos fenicios. Ramsés, una década más tarde contraería matrimonio, en forma sucesiva, con dos hijas del rey Hattusil III.
Al frente del ejército ubicó a sus propios hijos, desplazando a los soldados extranjeros, de los mandos superiores.
Realizó entre Racotis, situada en el delta del Nilo, y el El Alamein, al norte del territorio egipcio, sobre la costa mediterránea, una columna de defensa para defender sus conquistas en Libia.
Era autoritario, alejado de los problemas de su pueblo y cruel con sus enemigos. Tuvo muchas mujeres y más de un centenar de hijos, pero entre todas sus esposas se destacó la influencia sobre el faraón de Nefertari, su Primera Gran Esposa Real, que falleció muy joven.
Fue una época de brillo para Egipto, con el florecimiento científico y literario, destacándose las monumentales construcciones, como la reforma Del Osireion en Abidos, mandado a construir por su padre, o las que realizó en el templo de Amón (Tebas) decorando su entrada y añadiéndole un patio.
Finalizó en el Templo de Amón (Karnak) la sala hipóstila y mandó a construir su propia tumba, en Valle de los Reyes, llamada el Ramesseum, denominación dada por Jean-François Champollion en el siglo XIX. Realizó modificaciones en el templo dedicado a Amenofis III, ordenó erigir los Templos de Nubia, entre los que cabe citar los de Abu Simbel, en ofrenda a los dioses Ra, Amón, Ptah y Hator. Él mismo fue adorado como una divinidad, y se auto-dedicó estatuas y templos.